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Cristina
36 años
En septiembre de 2015 empecé a tener molestias en mi tobillo izquierdo por culpa de una bursitis retrocalcánea. Me dolía el tobillo al ponerme de puntillas, pero no me limitaba en mi vida cotidiana e incluso podía hacer ejercicio. Unos meses más tarde incrementé la actividad física a diario y mis molestias en el tobillo también fueron en aumento.
Acabé con tendinitis en tendón de Aquiles que al cabo de tres meses me impidió nadar, practicar taekwondo, ir en bicicleta, correr y, un tiempo más adelante, hasta caminar.
Empecé a hacer reposo y masaje miofascial y mejoré lentamente hasta recuperar bastante movilidad sin sentir dolor al cabo de un año.
En septiembre de 2016 pude volver de nuevo a hacer ejercicio que consistía en hacer intervalos de caminar-correr un par de veces a la semana. En octubre del mismo año empecé como alumna del curso Kynalis, y cuando los compañeros empezaron a aplicarme las maniobras del temario de masaje estructural en las clases prácticas, noté que mis molestias en el tobillo disminuían todavía más. Entonces en clase comenzamos a hacer las prácticas de dinamización motora y, gracias a una rutina específica que me asignó el profesor, empecé a trabajar en mi tobillo. Me sorprendió la poca fuerza que tenía en la musculatura que estaba trabajando, fatigándome rápidamente cuando hacía los ejercicios. Poco a poco se reforzó la zona y a las dos semanas las molestias empezaron a disminuir y sentía que tenía una mayor y mejor percepción de la zona.
De manera paralela, también inicié un trabajo de PNL (programación neurolingüística) enfocado en las sensaciones que tenía al hacer los ejercicios con el tobillo afectado.
Estoy muy contenta porque los cambios experimentados desde octubre pasado se han sucedido rápidamente y no han desaparecido. Actualmente mis molestias han desaparecido por completo, pudiendo volver a hacer vida normal e incluso he recuperado una rutina de entrenamiento físico de cinco días a la semana.